Soy de las mamás que van por el libro. Siempre llevo a mis hijos a sus citas médicas rutinarias en la fecha indicada, creo en la prevención cómo mejor medicina, los alimento bien, les brindo la oportunidad de ejercitarse diariamente y a sus anchas.
Desde que mi primogénito estaba en el vientre, me informé obsesionadamente por medio de lecturas sobre la salud y la crianza... por eso admito que a la hora que decidí ponerle vacunas lo hice con la mano en el corazón. Estaba estancada en la encrucijada entre vacunar o nó. Temía mucho por el peligro del mercurio en vacunas, el autismo y también el eco de padres que han levantado la voz y optado por evitar vacunas totalmente.
Opté finalmente por vacunar a mis hijos. La evidencia es rotunda históricamente cuándo hablamos de la reducción tan drástica de pandemias que acaban con la vida de miles a la vez.
Encontré una práctica de pediatría que administra todas las inmunizaciones recomendadas por la Academia Americana de Pediatría pero logran espaciarlas durante los primeros meses, reduciendo así la cantidad de injecciones intramusculares por visita.
Cuatro años más tarde desde el nacimiento de mi primer hijo, y otro bebé más tarde, sigo siendo esa mamá planchada que va por el libro. Sigo llegando temprano a cada cita pediátrica de cada uno. Pero iguál creo que cada madre (y padre) tiene el derecho (y el deber) de educarse y decidir en éste y muchos otros temas relacionados al bienestar de sus hijos.
Infórmate sobre cada vacuna, enfermedad y calendario de inmunizaciones aqui.
Esta es mi historia pero he sido compenzada por LATISM (Latinos in Social Media) como parte de la campaña "Healthy Latino Kid"
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